Stanislav Tomas, de 46 años, murió luego de que un policía se arrodillara sobre su cuello durante más de seis minutos. El hecho ocurrió el pasado 19 de junio, en Teplice, una pequeña ciudad cercana a la frontera norte de la República Checa con Alemania.
Por diez días ha rondado el video del arresto de Tomas por toda Europa. En éste se evidencia cuando Tomas comienza a gritar, se retuerce, y luego deja de moverse mientras un oficial de policía se arrodilla sobre su cuello.
Muchos cibernautas ven similitudes con el asesinato de George Floyd por la policía en los Estados Unidos con la muerte de Tomas, y ha provocado masivas protestas en todo el mundo.
¿Un problema de racismo en Europa?
De acuerdo con la Fundación Secretariado Gitano, en la Unión Europea hay más o menos hay unos 6-8 millones de gitanos. Sin embargo, “hoy en día los romaníes siguen marcados por una fuerte discriminación y rechazo social, y una situación de exclusión generalizada”.
Pobreza, marginación, desempleo, falta de educación, sin vivienda y con carencias en el acceso a la salud, es la realidad de millones de gitanos en toda Europa. Un ejemplo es el caso de Rumania, el país con mayor concentración romaní de Europa (más de 2 millones), donde 9 de cada 10 gitanos no tienen un empleo.
Estos motivos han obligado a la población gitana a ser desplazados y discriminados. Según un informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE, uno de cada tres gitanos europeos ha sufrido acoso racista.
«La policía checa es racista», dijo un manifestante que acompañó a una de las manifestaciones donde Tomas fue asesinado.
El caso de Stanislav Tomáš no es el único
De acuerdo con la policía checa, Tomas era un «delincuente reincidente y adicto a las drogas». También insisten que Tomas estaba “bajo la influencia” de algún psicodélico, y que la “autopsia”, prueba que su muerte no estuvo vinculada a la actuación policial sino a las drogas.
Cabe resaltar que la policía de Estados Unidos dijo lo mismo en el caso de George Floyd.
«Esta no es la primera vez que la policía mata a romaníes», dijo Jan Cervenak, quien viajó desde Kutná Hora para asistir al funeral. «Nadie les cree lo que pasó aquí».
Hace cuatro años, en Zatec, un hombre romaní de 27 años murió después de una pelea con la policía en una pizzería. Los agentes implicados nunca se enfrentaron a ninguna medida disciplinaria.
Los informes de malos tratos casuales por parte de la policía y otras autoridades son comunes en todo el país.
«¡La vida de los romaníes importa!» se leía en las pancartas que cientos de manifestantes, por toda Europa, alzaron ante el asesinato de Tomas. Todos esperando a que la muerte del hombre pueda proporcionar una chispa política que deje de invisibilizar a la comunidad.
Sin embargo, mientras que el ex policía estadounidense Derek Chauvin fue sentenciado a 22,5 años de prisión por asesinar a George Floyd, nadie espera que el policía que se arrodilló sobre el cuello de Tomas enfrente cargos.
Un silencio ensordecedor se ha sentido en todo el espectro político europeo.
Dos días después de la muerte de Tomás, el primer ministro populista, Andrej Babis, expresó su total apoyo a la policía.
En sus declaraciones, Babis aseguró que alguien «respetable» no se habría encontrado en esa situación, sugiriendo que cualquiera que tome drogas y ataque a la policía no debe «esperar ser tratado como a un niño».
Solo cuatro días después del hecho, una investigación estatal concluyó que la policía actuó legalmente.
El Consejo de Europa y Amnistía Internacional han pedido una investigación independiente sobre el incidente, pero la gente espera pocos resultados.
Ante la inactividad política, la activista Gwendolyn Albert asegura que «No se puede obtener ninguna ventaja política apoyando a la comunidad romaní».