Tras el encarcelamiento del ex presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, el vandalismo indiscriminado hace evidente los profundos problemas sociales que se viven en el país. El número de muertos asciende a 72 y hay por lo menos 1.200 personas detenidas.
Entre enfrentamientos con la policía, saqueos a centros comerciales e incendios a locales, Sudáfrica está viviendo la peor violencia en casi tres décadas.
Todo comenzó el pasado 29 de junio, cuando Zuma fue condenado a 15 meses de prisión por desacato judicial. El controvertido gobernante, presidente por 9 años, se negó a declarar en casos de corrupción durante su mandato.
Sin precedentes, el viernes pasado comenzaron las turbas en la provincia oriental de Kuazulu Natal. Este es el bastión político y lugar de nacimiento de Zuma.
Horas después, las ciudades de Durban, Pietermaritzburg y Gauteng se unieron a las manifestaciones.
La respuesta del gobierno fue la militarización de las ciudades más importantes del país. El despliegue del ejército llevó a la movilización de más de 2.500 soldados.
Sin embargo, lo que comenzó como un descontento político, hoy evidencia las profundas problemáticas sociales que se viven en Sudáfrica.
Sudáfrica: entre el primer mundo y la extrema inequidad
Las protestas y saqueos vistas esta semana se han convertido en un torrente de ira por la desigualdad que persiste en el país 27 años después del fin del ‘apartheid’.
Sudáfrica sigue siendo uno de los países con la mayor desigualdad “racial” del mundo. De acuerdo con Statistics South Africa, mientras que el 1% de los blancos son pobres, 64% de los negros viven en condición de pobreza.
En cuanto al desempleo, la población negra sigue subrepresentada en trabajos cualificados. Por cada persona blanca desempleada hay casi cuatro personas negras sin ocupación remunerada.
La situación ha empeorado por la pandemia de Covid-19.
La crisis ha llevado a uno de los países más ricos de África a la parcial destrucción del tejido social, que hace parte del legado de segregación racial.
El Apartheid y la riqueza mal repartida
La desigualdad racial en Sudáfrica comenzó desde que se instauraron las colonias europeas en el siglo XVII. Desde ese entonces, y hasta mediado del siglo XX, los europeos ocuparon el poder y las armas.
Ante el descontento de la población originaria, que buscaba el reconocimiento de sus derechos, en 1948 el gobierno sudafricano (formado por blancos) legalizó el ‘apartheid’.
Este era un sistema de segregación racial que legalizaba el racismo y las desigualdades entre blancos y negros.
Se le prohibió a los negros votar, compartir habitaciones o espacios con los blancos, e incluso se vetó el matrimonio entre éstos.
Fue hasta 1992 que se acabó el sistema y, en 1994, cuando el abogado y activista Nelson Mandela ganó las primeras elecciones democráticas, la población negra-mayoritaria en el país-pudo votar.
Sin embargo, el mismo partido de Mandela ha tenido serios escándalos de corrupción.
Jacob Zuma: amado, odiado y ¿corrupto?
Actualmente, Zuma está pagando cárcel por desacato judicial. El expresidente fue condenado a 15 meses de cárcel por negarse a cooperar con una investigación sobre la corrupción durante sus 9 años en el poder.
Zuma ha sido un político sudafricano activo desde su juventud. Desde los 17 años estuvo inmerso en el Congreso Nacional Africano y el Partido Comunista Africano, que lo llevó al exilio en 1975.
En 1999 asumió el cargo de vicepresidente y es ahí cuando comenzaron los escándalos por corrupción.
A Zuma se le acusa, y deberá enfrentar cargos la otra semana, por un negocio de armas que hizo cuando era vicepresidente. En 1999 Zuma hizo un negocio de más de 2000 millones de dólares para la compra de armamento.
En 2005 fue acusado de abusos sexuales, pero fue absuelto por la justicia.
A mediados de los 2000, la Fiscalía Nacional Sudafricana presentó cargos contra su asesor fiscal, Schabir Shaik, por los delitos de corrupción y fraude. Desde entonces, Zuma ha tenido que enfrentar una importante batalla legal por corrupción y crimen organizado.
Los seguidores de Zuma, que lo han defendido fervientemente, fueron quienes convocaron las primeras manifestaciones, pero el caos en el país africano se da por la crisis económica, agravada desde el brote de coronavirus.