El fin de semana, medios de comunicación de Dinamarca y Alemania aseguraron que el servicio secreto danés habría ayudado a Estados Unidos a espiar a dirigentes políticos europeos. Una de las figuras más prominentes sería la canciller alemana Angela Merkel.
De acuerdo con los medios, el Servicio de Inteligencia de Defensa (FE) de Dinamarca colaboró con la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA) recopilando información de líderes europeos.
El espionaje habría afectado también a funcionarios de Alemania, Francia, Suecia y Noruega.
Este escándalo no es el primero, en 2013 se anunció que el teléfono de Merkel había sido intervenido por el exanalista de la NSA Edward Snowden.
La Casa Blanca nunca negó categóricamente el espionaje, pero afirmó que el teléfono de la canciller alemana no estaba siendo intervenido en ese momento, ni lo estaría en el futuro.
A su vez, el ministro de Defensa de Dinamarca, Trine Bramsen, aseguró que “las escuchas sistemáticas a aliados cercanos son inaceptables”. Sin embargo, según las informaciones publicadas, Bramsen había sido informado previamente del espionaje.
El operativo fue bautizado, pues se presume que ese es su nombre, como “Operación Dunhammer”. Este buscaba obtener datos usando los números de teléfono de dirigentes políticos como términos de búsqueda.
En un comunicado, el famoso hacker Edward Snowden acusó al presidente estadounidense Joe Biden, de estar “profundamente implicado en el escándalo desde la primera vez”.
En 2014, cuando estalló el escándalo de supuesta vigilancia de líderes europeos, Biden era el vicepresidente de Estados Unidos.