Hoy se celebra una fecha para gastar bromas ligeras -o muchas veces pesadas- entre amigos y familiares, y donde las risas giran en torno a una frase muy sonada: ¡Feliz día de los inocentes! Una festividad que muchos hemos celebrado, pero que pocos conocen su trágica historia y origen.
Esta fecha es una tradición pagana-religiosa, celebrada por la Iglesia católica, que conmemora a los cientos de niños asesinados en Judea (hoy Belén) por el rey Herodes I, según las escrituras y creencias cristianas. Herodes pidió matar a todos los menores de dos años para evitar que se cumpliera la profecía, que señalaba a Jesús como el Mesías.
Se acuñó el nombre de «Santos Inocentes» por los bebés asesinados, pues ellos no había cometido ningún pecado.
Con el pasar de los siglos, la celebración se fue transformando y los monaguillos (monjes jóvenes) comenzaron a hacer bromas cada 28 de diciembre. Esta costumbre luego fue adoptada por los creyentes.